La historia reciente de Bolivia está marcada por el ascenso de Evo Morales, quien surgió directamente de los movimientos sociales, específicamente del sindicato de cocaleros, una de las fuerzas sindicales más poderosas del país. Su llegada al poder significó la consolidación de un gobierno que, si bien inició con un discurso de cambio y justicia social, rápidamente fue tomando forma de un movimiento anarcosindicalista, donde el poder se sostenía gracias a la alianza con diversos sindicatos y movimientos sociales que recibían favores a cambio de su apoyo político. Morales logró captar el apoyo de otros sectores como las juntas vecinales, mineros cooperativistas, campesinos, y otros grupos que, en su mayoría, no solo obtenían beneficios materiales, sino que también se integraban al sistema de poder en el país.
A lo largo de los años, estos movimientos sociales fueron cooptados por el gobierno, lo que permitió a Morales mantener su base de poder. Sin embargo, el tiempo pasó, y algunos de estos movimientos comenzaron a distanciarse del gobierno debido a la falta de respuestas a sus demandas reales, la crisis económica que fue avanzando, y la incapacidad de ofrecerles favores sustanciales. Este proceso fue más evidente en el periodo posterior a la salida de Morales en 2019 y la llegada del gobierno de Jeanine Áñez, cuyo manejo del país se percibió como ineficaz y alejado de las necesidades sociales.
Con la llegada de Luis Arce al poder, el MAS intentó reconfigurar su alianza con los sindicatos, pero el gobierno ya no goza del mismo apoyo de antes. En lugar de un gobierno anarcosindicalista, el actual gobierno ha adoptado una postura más sindicalista, en la cual los sindicatos han sido cooptados para sostener el poder mediante favores pequeños, mientras que la economía del país ha ido perdiendo su fuerza. Esto ha llevado a una situación crítica donde los sindicatos ya no pueden mantener su base simplemente con favores, y algunos incluso se están distanciando del gobierno.
¿Y ahora qué? ¿Dónde nos encontramos?
A medida que nos acercamos a las elecciones de 2025, Bolivia se enfrenta a una encrucijada. El gobierno de Arce ha perdido el apoyo de muchos de los movimientos sociales que alguna vez lo apoyaron, y el país está viendo una creciente desilusión tanto de los sindicatos como de las bases sociales. ¿Qué hacer para salir de esta situación?
Para restaurar la democracia y la independencia de los movimientos sociales, se deben dar pasos claros:
1. Reforma educativa y cívica: Es crucial ofrecer una educación de calidad que fomente el pensamiento crítico y la comprensión cívica. Los ciudadanos deben estar mejor informados para tomar decisiones políticas responsables. Esto implica una reforma profunda en el sistema educativo que no solo prepare a los jóvenes para el mercado laboral, sino que también les brinde herramientas para comprender cómo funciona la democracia, los derechos humanos y la participación política.
2. Medios de comunicación imparciales: Los medios de comunicación juegan un papel crucial en una democracia saludable. Para ello, es necesario promover la existencia de medios imparciales y diversos que puedan informar a la ciudadanía con veracidad y sin sesgos. Esto ayudará a que la población no esté manipulada por discursos políticos de poder, sino que pueda formar su propia opinión sobre los temas que afectan al país.
3. Independencia y reforma de los sindicatos: Los sindicatos deben ser independientes y defender los derechos de los trabajadores sin estar sujetos a favores políticos. Para esto, es necesario que se reformulen, adaptándose a las nuevas realidades sociales y económicas, y que se separen de cualquier tipo de manipulación gubernamental. Los sindicatos deben volver a ser una voz auténtica de los trabajadores y no meros apéndices del poder político.
4. Luchar contra la corrupción y el clientelismo político: Es esencial erradicar la corrupción en todos los niveles del gobierno, y para ello se debe fomentar una cultura de transparencia y rendición de cuentas. De igual manera, el clientelismo político, que utiliza favores a cambio de lealtades, debe ser eliminado para asegurar que las decisiones políticas respondan a las necesidades reales de la población y no a intereses particulares de dirigentes o grupos.
5. Fortalecer las instituciones democráticas: La democracia en Bolivia debe ser fortalecida mediante la transparencia y la independencia de las instituciones del Estado. El poder judicial, el poder legislativo, y otros órganos deben operar de forma autónoma y ser capaces de ofrecer una contraloría efectiva al ejecutivo para evitar los abusos de poder.
Conclusión: La situación en Bolivia es compleja, pero es posible cambiar el rumbo. Los pasos a seguir deben ir en la dirección de restaurar la independencia de los sindicatos, promover una educación cívica que permita una ciudadanía crítica y bien informada, y fortalecer las instituciones democráticas para que el país pueda avanzar hacia un modelo de gobierno realmente democrático y libre de influencias sindicales cooptadas. La ciudadanía tiene la responsabilidad de exigir que el país vuelva a ser dirigido por principios democráticos sólidos, no por alianzas de poder que solo han perjudicado el bienestar del pueblo. El camino hacia un futuro mejor depende de la participación activa de todos los bolivianos en la construcción de una democracia verdadera, que ponga a la gente y no a los intereses políticos en primer lugar.
maldana.




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